¿Qué tal si empezamos discutiendo, en primer lugar, estadísticas de los porcentajes de abstinencia?.
Antes de que me lleguen a tildar de «reduccionista absolutista» quiero aclarar que: una cosa son los resultados estadísticos (descripciones de una realidad) y otra, muy diferente, lo que éstos significan y/o las causas de éstos (interpretación). Sobre lo primero no hay discusión, ¡es un hecho! (a no ser que la información sea falsa) pero, en cuanto a los significados e interpretaciones hay diferentes posiciones y posturas. ¡Gracias a Dios por eso!. El «reduccionista absolutista» es aquel que aunque tiene una posición (cosa que está muy bien independientemente de cuál sea ésta) la impone a otros y la plantea como la única válida.
Sin más preámbulos, hablemos de los resultados sobre la abstinencia.
«No hay mujer que no lo de sino hombre que no lo sabe pedir». Aunque este es un absoluto popular o un «mito urbano», valdría la pena revisar qué tan cierto es esto en términos estadísticos. Para esto, por lo menos voy a analizar la situación colombiana apoyado en la investigación que viene adelantando Profamilia desde 1990 sobre la salud sexual y reproductiva en Colombia (aquellos interesados en estas investigaciones pueden consultar la página oficial de Profamilia: www.profamilia.com).
Entre los muchos resultados interesantes reportados en la última investigación del 2005 y que valdría la pena analizar a fondo, se reporta que del año 2000 al 2005 la abstinencia bajó de un 7% a un 5%. En otras palabras, estamos hablando, actualmente, de un 95% de jóvenes que están teniendo relaciones sexuales prematrimoniales y tan sólo un 5% que no. ¿Será que los hombres que están a su alrededor «no lo saben pedir»?, ¿Será más bien que son jóvenes que no han tenido relaciones sexuales por «“falta de oportunidades»? o ¿Será que son jóvenes que han decidido esperar voluntariamente?.
Fíjense bien que una cosa son los resultados y otra muy diferente la interpretación de esos resultados. Los resultados simplemente nos describen hechos pero no nos dicen sobre sus causas. Somos nosotros lo que, a partir de ellos, generamos hipótesis de explicación, buscamos variables asociadas, determinamos factores de riesgo, etc. Valdría la pena no olvidar que DESCRIBIR NO ES EXPLICAR.
En lo que a mi respecta, me preocupa esa cifra de tan sólo un 5% de jóvenes que están en abstinencia (independientemente de las razones o motivos que cada uno de ellos tenga para esta decisión tan admirable). Sin embargo, no es de extrañar que esto esté pasando si tenemos en cuenta que en las campañas que realiza Profamilia habla más de promoción del «sexo seguro» por medio de capacitaciones en métodos de planificación, asesorías a jóvenes en inquietudes, ayuda profesional a parejas con dificultades en su sexualidad, etc. Sin descalificar lo anterior, creo que ¡no es suficiente!. Cuando menciona el tema de la abstinencia la relaciona con concepciones religiosas y no la presenta como una opción válida y efectiva si de contrarrestar los problemas sociales actuales se trata.
¿Por qué estará fallando la «educación sexual en Colombia»? ¿No será que estamos tomando como punto de partida una incorrecta cosmovisión y visión antropológica? Valdría la pena revisar estos postulados pues, aunque soy cristiano, tampoco estoy diciendo que hay que reemplazar una organización estatal como Profamilia por una religiosa. Esa ignorancia, abusos y errores de la edad media no hay que repetirlos. Sin embargo debemos evitar a toda costa caer en el otro extremo: el SECULARISMO (ver glosario al final de esta entrada). Hay que continuar con la sana SECULARIZACIÓN teniendo en cuenta que tanto el estado como la iglesia (no únicamente la católica) tiene sus funciones y responsabilidades por lo cual, valdría la pena que trabajaran en equipo. En dichas conciliaciones se han cometido muchos abusos por ambas partes pero creo que no por eso deba dejar de intentarse de hacer. Lo anterior, no justifica el caer en el extremo del secularismo porque creo que así como la iglesia no lo puede hacer sola, creo que el estado tampoco.
El llamado «hombre mujeriego», «don Juan», «hombre perro», o como se le quiera llamar sabe que la mujer necesita sentirse:
- Amada
- Protegida
Eso es, precisamente, lo que él le brinda (en un principio) o le hace creer para así, obtener lo que quiere y, una vez lo obtiene, la mujer dejó de ser interesante y atractiva para él. ¿Qué raro esto, no?. Cuanto me recuerda esto la historia de Amnón y Tamar que se encuentra en 2 Samuel 13:1-22. Aquellos que la lean, se darán cuenta que ¡las cosas no han cambiado mucho entre una situación que sucedió hace más de 2000 años atrás y lo que sucede hoy en día en el 2008!
¿Qué opinan hasta acá?. Por favor, al final de esta publicación aparece en letra pequeña la palabra «comentarios». Con un click sobre ésta, podrán adjuntar sus opiniones, críticas o aportes al respecto. ¡Muchas Gracias!.
Próximamente: ¿En qué falló la «Educación Sexual» en Colombia? (Segunda parte)
1 comentario:
HOLA JUAN CARLOS.
Qué interesante la publicación que has hecho. Nos abre los ojos espirituales para ver desde un excelente punto de vista la situación de la educación sexual. Que Dios te bendiga. y SIGUE ESCRIBIENDO.
por:
ROBINSON OLANO BARRETO
Pastor Iglesia Presbiteriana Espinal, Tolima.
correo: robincho_77@hotmail.com
Publicar un comentario